¿Y ahora… qué vamos a hacer?

16/Nov/2015

Por Eli Aljanati, de COPREDI

¿Y ahora… qué vamos a hacer?

Ya está. Ya pasó. Otro 11 de setiembre pero en Europa. Esta vez fue el Estado Islámico y los terroristas eran de nacionalidad francesa, belga, egipcia y probablemente siria. La policía francesa en colaboración con Bélgica, Grecia y otros países europeos ha empezado a tirar de la cuerda y ya desde el inicio se han encontrado con ramificaciones de los atacantes por medio continente.
Es más, uno de los atacantes pasó por Grecia como “refugiado”.
El Presidente Vázquez y la Cancillería se han solidarizado con el dolor del pueblo francés y condenado enérgicamente el atentado, pero… ¿qué más podemos hacer?
¿Qué tal una contundente condena de TODO el sistema político hacia el terrorismo?
¿Qué tal dejar de pensar que la condena al terrorismo NO tiene nada que ver con ser de derecha o de izquierda?
¿Qué tal dejar de pensar en condenar o no condenar, según quien sea la víctima o el victimario?
¿Qué tal si dejamos de dudar y nos ponemos del lado de los que respetan la vida y no matan a civiles porque tienen el descaro de tomar alcohol un viernes de noche?
¿O será que los mataron porque fueron a ver, escuchar y bailar música que ofende el oído del terrorista de turno?
¿O porque las mujeres muestran su cuerpo y toman y fuman y hasta manejan?
A ellos nada les conforma, ni los satisface. Sólo nuestra muerte, porque somos INFIELES.
Ellos vienen a imponer su Califato y la sharia en su versión más radical.
Nos quieren muertos, y no hablo sólo por los judíos de Francia (y del resto del mundo), hablo de cualquiera que se les oponga. Obviamente en primera línea de sus objetivos está Occidente, pero también los chiítas y los kurdos y los yazidíes… y los sirios y los iraquíes, y etcétera, etcétera.
Nuestro país ha vivido tiempos oscuros y ha salido de ellos con importante ayuda internacional de países respetuosos de los Derechos Humanos. Acogieron a numerosos refugiados políticos (entre otros la propia Francia), muchos de ellos, hoy, cumpliendo tareas de relevancia en el gobierno nacional.
Por lo tanto, ya sabemos la importancia que reviste el apoyo que los países amantes de la paz pueden otorgar a la hora de luchar contra un enemigo que ataca los derechos humanos más básicos, como lo es el Estado Islámico.
¿Y qué pasaría si, por esas vueltas del destino, encontráramos en nuestro país a algún terrorista involucrado en la masacre de París o alguna otra?
¿Y si lavaran su dinero aquí?
¿Y si existieran organizaciones que los apoyan, aquí?
¿No vamos a ayudar a Francia o a cualquier otro país que nos lo pida y que esté luchando contra el terrorismo?
Es nuestra obligación colaborar en la medida de nuestras posibilidades, porque hemos firmado innumerables tratados internacionales de lucha contra el terrorismo. Pero más importante que eso, es nuestra obligación moral como Nación hacerlo.
También vivimos como no hace mucho en Argentina, el país más cercano a Uruguay, terroristas volaron la AMIA y la Embajada de Israel.
¿Cuál fue el motivo por el que el terrorismo decidió que fuera Argentina y no Uruguay o Paraguay o cualquier otro país de la zona? Personalmente no lo sé, pero nos podría haber pasado a nosotros.
Ya vamos cuatro “simulacros” de atentado en la Embajada de Israel en Uruguay en su ubicación anterior y en la actual. Tampoco me importa saber si es real o un testeo de reacción, ni si fueron terroristas o no, pero por alguna razón (que también desconozco) está pasando.
Lo que me importa es que sin perjuicio de las medidas que tomen los organismos responsables de la seguridad en relación a tales hechos, la gente sepa en qué bando estamos jugando.
Del lado del terror, del lado de los que lo combaten (de la forma que esté a su alcance) o del lado de los que dicen “yo no tengo nada que ver, a mí no me metan en esto”.
A quienes se manifiestan por la 3ª posición les informo, que de una manera u otra, a la corta o la larga, tendrán que optar, por la 1ª o la 2ª, porque no existe la 3ª opción. Mejor hacerlo ahora y no tener que hacerlo como respuesta a un atentado.
Cuando veas las barbas de tus vecinos arder, pon las tuyas en remojo.
Hora de remojar las barbas.